29 de marzo de 2013

VIGÉSIMA SÉPTIMA ESCENA [Parte Uno]

Nos encontrábamos en el momento crucial de nuestro acto, en donde ella daba cinco giros y luego se lanzaba a mis brazos, yo debía recibirla, abrazarla con las manos, mirarla fijamente a los ojos mientras la apartaba, dar tres vueltas más en un movimiento brusco, para luego levantarla y sostenerla con las manos hacia arriba, luego bajarla, girar nuevamente dos veces y reiniciar la danza para luego terminar inclinados hacia el suelo, ella recostada en mi regazo. Aquel momento se repetía una y otra vez en mi imaginación, definitivamente era una gran bailarina, la mejor compañera en escena, la única que pudo orientar mi paso hasta que pude lograr guiarla como era lo natural en cualquier danza. Así habíamos avanzado tantos meses en la preparación, repitiendo la misma escena una y otra vez. El roce y la cercanía de su delicado cuerpo con el mía había hecho mella en mí, ahora sí empezaba a sentir la necesidad de tenerla a mi lado, nunca imaginé que estar tanto tiempo cerca de alguien pudiera generar tal sensación, creo que ese sentimientos podría ser similar a los vicios que te van agarrando sin darte cuenta y con el paso del tiempo te haces dependiente de ellos. Creo que eso fue lo que despertó Hanna en mí, una necesidad intensa de su presencia, y luego de que nuestra presentación oficial en escena pasara, no pude contener mi deseo de buscarla, así que lo intenté por primera vez. Recuerdo que fue la noche más fría de toda la temporada y ocurrió un domingo de invierno, un mes después de nuestra presentación. El cielo estaba totalmente despejado permitiéndose divisar la infinidad de estrellas que brillaban en aquel negro y penetrante firmamento. Yo me sentí decidido pero nervioso por el hecho de pensar que quizá me rechazaría, nunca había sentido de ella una cercanía diferente a lo profesional en nuestras carreras de bailarines, si de algún modo lo llegó a sentir, nunca me lo expresó y estoy convencido de que eso fue lo que hizo despertar en mí aquel dolor imparable en mi estómago cuando la vi entrar por la puerta ese día, y se hizo aún más fuerte cuando partió; realmente no sabía si en mí estaba naciendo un extraño sentimiento, o ¿cómo podría llamarse al suceso que estaba viviendo en el cuerpo? Aquella noche se presentaba en el teatro central una obra romántica que contaba la historia de un amor imposible, que lucha por mucho tiempo contra los obstáculos de la personalidad, la distancia y sus oponentes externos, la historia de una pareja de finalmente decide rompes todas las barreras para un nuevo reencuentro, cuando ya las inclemencias del tiempo han hecho su trabajo, y logran amarse en la última etapa de sus vidas. Un amor que había permanecido en el tiempo y en la distancia, pero que no contó con la suerte de compartir el  recorrido, un amor que logró encontrarse, pero al final del camino, cuando ya había dejado atrás los mejores y más vitales momentos de juventud. La obra era perfecta; una impecable historia de amor que me pellizco el alma, y por un instante me hizo reflexionar. De repente, miré alrededor, y el público exaltado extendió un largo aplauso y las parejas enamorada que logré identificar se abrazaban, estaban en pleno furor; los jóvenes sentían que su tiempo no se había perdido en lo absoluto, y la gente adulta tendría tantas cosas ocultas dentro de sus vivencias, que cualquier cantidad de sensaciones se encontraban hacinadas en aquel recinto cerrado, donde lo único que alcancé a sentir fue una fuerte energía, el estremecimiento de las alamas. Yo por el contrario me encontraba solo, pero mis pensamientos volaron hacia Hanna, creo que en ese momento presentí que podría ser el comienzo de lo que llamaban amor y definitivamente tenía que salir a probarlo aunque mi sangre hirviera por el terror; debía superar la timidez que de repente me atropelló sin haberlo intentado. Salí del salón, y encontré una pareja que se besaba sin temor de que alguien los pudiese molestar; aquella escena fue muy placentera, sentí mucha excitación, pues mis pantalones en aquel instante se estiraron, sentí una gran vergüenza en mi interior que pronto pasó, pues yo era el único testigo de aquel evento y el abrigo que llevaba puesto en ese instante se convirtió en mi cómplice. Mi residencia estaba cerca del teatro central, por lo tanto, sólo tuve que caminar unas cuadras para llegar hasta allí, siempre pensando en cuál sería el paso a seguir: ¿cómo podría llegar hasta donde se encontraba Hanna? Más precisamente, ¿hasta su corazón? Creo que era eso lo que yo necesitaba, aunque tampoco estaba seguro de que fuera un sentimiento de amor, o sencillamente una fuerte atracción que mi cuerpo sentía cuando se acercaba al suyo, tampoco estaba seguro de eso, puesto que después de que concluyó nuestra última escena, no había hecho más que pensar en ella, entonces, creo que eso significaba que se trataba de algo más fuerte que un simple deseo carnal. Eso me atemorizaba, nunca antes había sentido algo parecido. cuando había caminado tres cuadras y estaba próximo a mi casa, decidí desviar la ruta hacia un lugar que me ayudaría a despejar algunas dudas, era el bar de David. Aceleré el paso y llegué a mi refugio para tratar de encontrar un poco de alivio, me senté en la barra, pregunté por David y me informaron que se encontraba en la celebración del aniversario número cincuenta de la boda de sus padres, entonces, ordené una copa de vodka, con ella podría poner en orden mis ideas. A mi lado se encontraba un elegante caballero que, en cuando vio que el barman me sirvió la bebida, levantó su copa y la estrelló contra la mía y dijo -¡un brindis por las mujeres! -se la bebió de un solo golpe y cayó totalmente ebrio, con la cabeza inclinada hacia la copa, tenía un aspecto derrotado, todavía me lo estoy preguntando su fue por culpa de una o varias mujeres, o simplemente su propia culpa; lo observé detenidamente y descubrí al lado de la copa su sortija de odas, creo que a ese hombre el destino le estaba haciendo una mala jugada, aunque no pude entender el por qué. Al fondo del salón descubrí a una pareja que  se besaba con más fuerza que los primeros amantes que había visto minutos antes, esta vez no me excité y todavía no entiendo por qué, si esta escena traía más pasión que la anterior; en otra mesa alcancé a divisar a dos mujeres que parecían amigas, de hecho lo eran,. se reían a carcajadas, se veían tan felices, tan hermanas; luego me sorprendí cuando vi que se abrazaron con pasión hasta encontrarse con sus labios, ¿qué clase de amigas eran aquellas dos? Aquel momento me transportó a mi única fantasía vivida desde hacía muchos años con dos hermosas mujeres, las únicas que me lo habían permitido de manera fugaz, en toda mi vida, y que nunca habían tenido el placer de volver a experimentar, me estremecí con la escena, esta vez fue tan real como aquel día, también me excitó al igual que lo había hecho en el pasado:
   "Recuerdo a Katy, rubia y preciosa, su piel blanca y delicada la hacía parecerse a un ángel; sus hermosos pechos invitándome a acariciarlos, a besarlos; su mirada limpia había despertado en mí una leve sensación de pureza; ella parecía lista para pecar por primera vez. Yo era tan joven que en aquel instante sentí un susto pasajero cuando escuché una frase que salió como flecha desde su boca:
   -Tenemos una sorpresa para ti.
   -¿Sorpresa? -me dije asombrado para mis adentros mientras trataba de entender el por qué de la pluralidad de sus palabras.
   -¿De qué clase de sorpresa podría hablarme aquella niña tierna que no parecía tener ninguna propuesta atrevida para mí? -Me pregunté mientras al regresar mios ojos hacia el rincón del cuarto, pude descifrar la gran sorpresa: su nombre, Rubí; salió caminando de aquella recámara oscura que se hizo más clara que un amanecer cuando descubrí su impresionante belleza. Ojos negros y atrayentes, nariz puntiaguda, labios carnosos que invitaban a besar, senos redondos, piel canela, protuberantes caderas y curvas perfectas.
   -¿De dónde salió semejante escultura? -volví a preguntarme mientras las dos hermosas se me acercaron para poseerme lentamente, decididas a cometer uno de los pecados más mortales. En ese momento, miré al interior de mis entrañas y con los ojos cerrados di gracias al cielo cuando encontrándome en las puertas del infierno, estaba ya decidido a morir al morder la manzana de Adán. Rubí me empujó a la cama y empezó a besarme de abajo hacia arriba mientras Katy acariciaba mi pecho y me besaba, mi corazón aceleró su ritmo y Sheldon gozaba; recuerdo su plenitud, su fortaleza, su tamaño multiplicado como nunca antes lo había visto en mi vida. ¡Qué orgulloso me sentí en aquel momento! De repente las dos se detuvieron y sacaron del interior de una maleta unas esposas; yo me encontraba decidido a continuar aquella noche en mi camino hacia el infierno. Katy levantó mi mano derecha, y Rubí la izquierda, me ataron a la cama, en segundos sentí un escalofrío que salió de mis entrañas. Las dos mujeres salieron corriendo, se metieron al baño, apagaron las luces del cuarto y regresaron vestidas con unas pequeñas faldas y unas blusitas transparentes que a lo lejos me permitieron ver sus curvas; encendieron velas por toda la habitación, rociaron de perfume cada esquina y de repente, empecé a escuchar una música que llegó como afrodisiaco para mis oídos. Comenzó la función. Rubí y Katy empezaron a menear sus caderas, se acariciaron las partes íntimas mientras yo sentía que me morían. Se tocaron mutuamente, se besaron y comenzaron a excitarse la una a la otra; sus gemidos pusieron a temblar mi espíritu; Sheldon se pude inquieto y comenzó a desesperarme, hasta que por fin, ellas decidieron compartir su placer conmigo, se me acercaron y al fin pude dar inicio a mi faena, sentí la temperatura de mi cuerpo subir, estuve abrumado por el show tan excitante que pude presenciar y al mismo tiempo sentir. Sheldon se encontraba muy fortalecido por aguantar su máximo; mi cuerpo, de repente, se llenó de gotas de sudor que salieron por cada uno de mis poros, mi corazón aumentó su número de latidos, en ese instante pensé que ese sería mi último minuto de gloria, comencé a temblar, cerré los ojos y vi un ángel que me saludaba burlándose de mí, pensé que era un mensajero del infierno que venía por mi alma; no me importaron sus gestos, le di el sí para aceptar mi muerte en ese preciso momento. Llegó mi momento, grité.
   Estoy en penumbra, no sé si es el cielo o el infierno, estoy en mi cuarto, ¡qué placidez! Abro los ojos, continuo en el bar de David rememorando la escena. El beso apasionado de aquellas mujeres me ha transportado. suspiro recordando a rubí y Katy, creo que esta ve vuelvo a sentir un gran susto interior cuando en mi mente aparecieron, de inmediato, escenas de erotismo con Hanna, instantáneamente empecé a viajar en mis pensamientos, y ella se veía desnuda, tocando lentamente cada centímetro de su cuerpo, de arriba hacia abajo, invitándome a ir hasta el lugar donde yo deseaba llegar desesperadamente, luego, comenzó a besar mi cuerpo, me empujó hacia el suelo y de repente, regresé.



¡Uy! Pura cosa mala en esta primera parte xd. Espero no les moleste c:
Nuevo diseño en el blog, ¿les gusta? c:
Adiós ;-).

3 comentarios:

  1. Ay Tom tanta experiencias vividas!!

    Como te ira con Hanna? Te hara casoo?? ..
    Me encantaa siguelaa pronto :D

    si esta bonito el nuevo look.. Bye cuidate

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  2. woooow!!!
    me encanto de verdad ese Tom me sorprende
    espero el proximo
    cuidate mucho :)

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  3. jajaj cada cosa que imagina Tom
    me encantoo
    espero el prox
    bye cte :)

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3