13 de febrero de 2013

DÉCIMA SÉPTIMA ESCENA

Cecilia me confesó que su esposo, Peter, el médico que me había realizado la cirugía, no había vuelto a tocarla desde hacía varios meses; ellos habían compartido le lecho por diez años, me pareció increíble que una mujer tan hermosa no pudiera despertar los deseos de un hombre. No sé por por qué empecé a sentir compasión por ella y sobre todo la necesidad de hacerla sentir lo que su esposo no podía lograr, y por supuesto, demostrarle que no tenía por qué vivir siendo rechazada. Creo que en aquel momento empecé a sentirme poderoso, tenía todo el territorio ganado; el café empezaba a ponerse amargo por lo que sugerí que buscáramos un lugar mucho más apropiado para cambiar de bebida; esta vez quise ponerme a prueba frente a mi amigo David.
   El bar se encontraba solo y David, sentando en la barra con uno de sus empleados, me saludó como siempre, con su abrazo, y le presenté a Cecilia.

   -La felicito Cecilia, creo que mejor acompañada no pudo haber venido -dijo David con una sonrisa maliciosa que ella no pudo interpretar. Le agradecí, le dí unas palmaditas en el hombro y pedimos nuestras tradicionales copas.

   Cecilia se encontraba impresionada con nuestra galantería, nuestras vivencias fantásticas, no hizo más que reír de forma espontánea hasta que de una manera cortés, me despedí de mi amigo que se sintió sorprendido por mi decisión de irme, tan radical e inesperada. Estoy seguro de que si hubiera continuado aquella larga charla, no hubiera podido demostrarle a Cecilia que era una mujer deseable. Un hombre precavido siempre contaba con cena lista para calentar su horno, velas, música romántica o cursi, en definitiva, todo era importante para lograr un agradable momento y conquistar sus oídos y lo mejor de todo, para tener sexo. Mejor dicho, para hacer el amor. Máxime que aproveché la ocasión de encontrarme aquel día solo en casa.

   -Peter me confesó hace unos días que ya no me ama -me repitió Cecilia con un rostro de desesperación, sus ojos se encontraban irritado, supongo que de llorar; esta vez la comprendí, aunque en el fondo nunca podría entender la situación de alguien sin yo haber vivido previamente algo similar. La abracé, acto seguido ella empezó a llorar, y aunque confesó que por dentro no sentí tanto, era indispensable para mi poder quitar las penas de su alma. Aquella noche sentí que debía cumplir una importante misión: lograr la recuperación de la autoestima de una mujer humillada por su dolor. No podría nunca permitirme a mí mismo ver llorar a una bella y mucho menos por culpa del idiota de su esposo. Aquello no podría ser. Entre tanto llanto y sollozos, Cecilia me dijo que ella sospechaba que él tenía a otra mujer.

      -¿Tú crees, Tom, que mi esposo se haya enamorado de otra y por eso ya no me quiera? -me volvió a mirar con ojos de angustia.
   -Por supuesto -me dije para mis adentros, aunque no fui capaz de decirle que su respuesta era un sí.
   -No lo creo -le respondí ipso facto, ella suspiró y volví a abrazarla más fuerte; de inmediato, le acaricié su pelo lentamente, mientras empezaba a mirarme con ojos de deseo.
   -¿Te parezco fea, Tom?
   -Cómo se te ocurre preguntarme eso linda, ¿acaso nunca te has mirado en un espejo? ¿No te has dado cuenta de que eres preciosa? -puntualicé sintiéndome el más acertado de todos mis amigos. Le sequé las lágrimas y empecé a besarla de forma tierna; ella correspondió. Aquel beso sencillo se convirtió en una fuerte pasión que nunca iba a desaprovechar. Me detuve un segundo.
   -Nunca vuelvas a permitir que un hombre te rechace -le dije mientras ella empezaba  sentirse nuevamente deseada. Continué besándola, ella accedió a todos mis impulsos, se sintió necesitada y bella, empezó a recuperar su autoestima. En ese instante me sentí superman, mientras desgarraba su blusa, me creí con total permiso para llegar hasta sus senos, que se encontraban duros y redondos como duraznos; de repente empecé a sentir un fuerte olor a flores frescas; era su aroma delicioso que llegaba hasta mi cerebro para enloquecerme en aquel segundo, mis labios, la inundaron de besos; en esta ocasión ella volvió a llorar, pero de placer, la hice sentir como nunca antes en su vida, logré demostrarle que no volvería a encontrar un hombre como yo, que su esposo no era nadie en comparación mía y que lo mejor que podría hacer era dejarlo. Siempre estuve convencido de que a veces es mejor deshacerse de las cosas que estorban en la vida... Se escuchó un sonido de dos voces que al unísono gritaban como habiendo encontrado el infinito. Llegamos juntos, por poco morirmos. Suspiré. Nunca dejaré de agradecer a Dios el haber conocido a Marie, pues si no hubiera sido por el día en que perdió su virginidad, nunca hubiera vivido aquel momento de éxtasis con mi enfermera. Creo que ahora sí había conseguido mi pasaporte para convertirme en doctor. Esta vez logré curar un corazón.



sadsdsdas ahora sí ¿no? Buen pretexto para Tom xdd.
Bueno chicas, ahora habrá un cambio (:$): Anne será (Name).
Adiós ;-).

3 comentarios:

  1. Uy sii ahora Tom que solidario ayudo mucho a Cecii..
    Hahahahah me encanta la fic xDD
    siguelaa prontoo..
    Bye cuidate :D

    ResponderEliminar
  2. Tom siempre haciendo de las suyas xD no pierde el tiempo este hombre xD
    awwww gracias por recomendarme. te lo agradezco mucho enserio
    espero el prox bye cte:)

    ResponderEliminar
  3. ohhhh!!!! de verdad ese Tom adlsfsdrfjlajdsfkdsfm
    me encanta la historia
    sube pronto
    cuidate muchote :D
    Bye

    ResponderEliminar

Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3