7 de enero de 2013

SEXTA ESCENA

Mis amigos y yo ya teníamos diseñado nuestro prototipo de mujer perfecta: hermosa como requisito número uno; de buena familia; profesional y de un amplio bagaje cultural, pues no era concebible dentro de nuestro esquema tener una mujer mal hablada o imposible de presentar en sociedad; rica, pues no valía la pena embarcarse en la tremenda nave del matrimonio con una pobretona que tuviésemos que mantener por el resto de nuestras vidas, para que luego de alguna estúpida aventura con cualquier idiota, tomara la decisión de dejarnos para llevarse consigo a nuestros hijos, y de paso la mitad de nuestros bienes, fruto de nuestro trabajo. Finalmente, lo más importante de todo, que utilizara su boca para hablar; sólo lo necesario.
   Con tantos análisis, pude legar a una conclusión definitiva, no era buena idea pensar en el matrimonio con ninguna, así cumpliera todos los requisitos básicos. Me reí internamente de mis amigos y de su mala suerte, y más bien preferí sugerirles que cambiásemos la dirección de nuestra charla; ahora sí llegó nuestra mejor hora, la hora de las apuestas; estábamos Carlos, Gerard, Frank y yo en el bar de nuestro amigo David, discutiendo temas de hombres; a quien contara la historia más fantástica se le invitaba la siguiente copa, y al final, quien tuviera el mayor número de historias acumuladas podría escoger, dentro de la lista de amigas el perdedor, la que estuviera más buena para invitarla a salir y poder disfrutarla libremente con el permiso y la bendición de quien hubiera tenido que admitir su derrota y entregara la información de la elegida. Por supuesto, quien perdía la apuesta, era el que menos historias tuviera para contar, o en su defecto, quien tuviera las más malas.. Creo que ese día, por más intentos que hice para inventar historias extras, no podría ganarle a Gerard; me pareció increíble lo que nos contó acerca de las hazañas que tuvo que realizar para lograr deshacerse del hijo que le quiso meter a su empleada doméstica y las múltiples y fantásticas historias con que logró convencernos a todos; parecían realmente ciertas; aún no recuerdo la cantidad de mujeres que ocupaban los casilleros de su lista. Luego le tocó a Carlos, quien con una sonrisita de placer, empezó a narrar una a una y con detalles las vivencias con sus amigas, incluyendo la de Susan, su luna de miel con ella, cómo la conoció y las piruetas que tuvo que hacer para convencerla de que no estaba enamorado de su esposa y que pronto iba a separarse de ella.
Repentinamente, Gerard se quedó mudo en medio de uno de los cuentos de Carlos, mientras Frank y yo, nos reíamos de la pobre Natalie, esposa de Carlos, sin pensar que Jessica, esposa de Frank, pudiera ser la siguiente víctima en la lista: la niña ingenua que acababa de ser desposada por él y, aunque Frank aparentaba encontrarse enamorado de ella, y lucían como la pareja del año, estoy seguro de que fue porque apenas estaban comenzando su nueva ruta de casados. Y pensar que Jessica nunca se enteró de las locuras de Frank cuando estaban de novios y la carita de "yo no fui" con qué logró convencerla para que se casara con él, su seriedad y hasta las tiernas lágrimas de cocodrilo que logró derramar con tanta facilidad; pensé que con esta confesión lograría deshacerme de mi espantoso apodo de payaso que ya me había ganado de labios de Carlos. Esta vez le tocaba a Frank llevarlo. ¡Qué ilusa fue Jessica! ¡Qué ilusa fue Natalie! y ¡qué ilusas todas las mujeres que se nos acercaban!
  -Ya están empezando a delirar con sus comentarios baratos -exclamó Gerard levantándose iracundo de la mesa, se tomó un trago rápidamente y empezó a respirar muy fuerte, parecía que le estuvieran cayendo mal las copas, o que se le hubieran olvidado las múltiples historias que nos acababa de contar. ¿O acaso no se acordaba de que éramos tres contra uno? Me pregunté.
   De inmediato se detuvo la conversación y todos nos pusimos en alerta.

   -No entiendo qué te pasa, Gerard, hace poco me hiciste un advertencia sobre Ana., luego nos cuentas tus historias de macho y ahora nos sales con éstas, ¿estás enloqueciendo? ¿Qué te pasa? ¡Defínite de una vez por todas! le dije levantado la voz con rabia.
  -Lo que yo creo, Gerard, es que todo lo que nos contaste en mentira y lo que te hace falta es una hembrita para que se te acabe esa amargura y nos dejes en paz a cada uno con nuestras amiguitas -le respondió Carlos tratando de imitar la voz de maricón que había puesto Gerard en su inoportuna intervención.
  -Te estás pasando de listo cabrón -le disparó Gerard a Carlos a quemarropa, como nunca antes lo había hecho; su voz tenía un tonito de advertencia que a nadie le gustó.
  -¡Ya basta, pendejo! Vas a tener que empezar a respetar la vida de los demás, especialmente la de tus amigos o si no, verás cómo vas a terminar en problemas -salió Frank en defensa de Carlos.
   -Yo creo que aquí las estúpidas son ella por creer tantas burradas -volvió a hablar nuevamente Gerard y con una de las se tapó la cara haciendo un gesto de preocupación mezclado con ira.
   -Precisamente por eso lo decimos, Gerard, y como lo dijiste, todas son unas torpes e incompetentes -le respondí con las palabras que minutos antes habia utilizado.

   Gerard empezó a vociferar palabras incongruentes que no pudimos entender en ese momento. Esta vez, la situación parecía salirse de nuestras manos. Desde que éramos amigos hasta ahora, nunca habíamos tenido ninguna diferencia entre nosotros y mucho, menos cuando tocábamos temas de nuestra especialidad como eran los relacionados con las mujeres.
Me sorprendí.

   -Ustedes no entienden, son unos maricas que no saben respetar a las mujeres, y tú Carlos vas a ver lo que te vas a ganar con haberte acostado con Penny; ahora sí te pasaste de listo, y vas a tener que pagar por eso -cogió su abrigo y salió del bar tirando sillas, mesas y empujando a todo el que se le atravesaba en su camino.

   En ese momento comprendimos su reacción, nos quedamos en silencio mientras toda la gente que se encontraba en el bar nos veía la cara de pendejos que ahora sí triamos todos.

   -¿Cómo no nos habíamos dado cuenta de que Penny era su hermana? -y para rematar, acababa de ser la víctima de uno de nosotros, y de paso, igualito a su hermano. ¿En qué momento había sucedido algo así? ¿Cómo no nos habíamos puesto claras las reglas del juego desde el inicio? -me cuestioné.
   -¿Cuántos años tiene Penny? -le pregunté a Carlos.
   -Diecisiete años -me respondió con cara de arrepentimiento.
   -¿Fuiste capaz de meterte con una menor de edad? ¡Estás completamente loco! -le dije a Carlos sin acordarme de que yo había cometido la misma locura muchas veces y por m´s que lo intentara, me era imposible dejar de caer en nuevos encantos femeninos sin importar su edad, color, tamaño o religión. Todas eran hermosa para mí, además de confirmarme a mí mismo de que no había mejor que encontrar la oportunidad de poder saborear la más exquisita carne fresca. Creo que en aquel momento me sentí un héroe frente a mi amigo.
   -¡Cómo nos pudo ocurrir semenjante tragedia! -reiteré mi posición.

   Todos nos callamos y sin más excusas que la hora, empezamos a salir de uno en uno. Aquella noche me sentí tan mal que no pude dormir tratando de averiguar quienes éramos los malos de la película, si ella por ingenuas o nosotros por cabrones.



Andale, ahora si se les armó xdd.
Hmm, si comienzo a tardar en subir los capítulos es porque estoy en periodo de exámenes, tías. Tengo que estudiar! :-/ (Sí, ya regresé al colegio -.-')
Adiós :-).

2 comentarios:

  1. O.o era su hermanaaaa.. Obvio tenia que reaccionar asiii...
    Sii la taresa nos atrapan por completooo.. Lo importante q no dejes de subir asi te demors.. Pero igual no abuses hahaha..
    Bye cuidate :D suerte en tus examenes.

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    1. Jajajaja cieerto! xdd
      Tu despreocupate, no voy a tardar mucho ;-).

      Gracias por comentar y por los buenos deseos.
      Tu también cuídate.

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3